jueves, 10 de mayo de 2012

Sueños de lobo!


No podía evitarlo, miraba el televisor casi con ansiedad. A través de su ventana, Félix Rodríguez de la Fuente me acercaba a unos mundos nuevos y deseados. Lo que no podía entender me lo explicaba mi padre, tan atento como yo. Luego, imaginaba que yo iba a Venezuela, al Amazonas o a los Montes de Toledo, y era yo él que ayudaba a Félix a coger el material del helicóptero, anillaba pajarillos o dibujaba a la jineta.

Un par de veces, cuando vivíamos en Cazorla, pude verlo en persona. Venía a menudo a la sierra a grabar imágenes para su serie. Yo tendría ocho o nueve años, pero era plenamente consciente de quien era él y lo que representaba. En la plaza del Huevo, los niños jugábamos y corríamos alrededor de donde él se encontrara.

Charlaba con unos y con otros, que se acercaban a contarle historias de la sierra, a invitarlo o saludarlo. Uno de aquellos días pude oírlo hablar con alguien. 

Si, - dijo - los hemos traído, vamos a grabar con los lobos.

Aquella noche soñé que yo era un lobo.



En mi sueño soy un joven lobo, me alejo de la manada y deambulo por el llano. Busco mi sitio, mi espacio, mi pareja y mis hijos. Me asiento en mi terreno, lo marco y lo cuido. Me peleo con la vida, y ella me mantiene vivo. A lo lejos veo a mi loba. A su lado, los lobeznos juguetean. Descanso tranquilo. Y, en mi sueño, cuando duermo, creo que ya no soy un lobo.

De nuevo vuelvo a ser un niño.


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