viernes, 18 de febrero de 2011

Historias de Lobos: El comienzo

La cadenciosa parsimonia con la que viene el mulo por la calle Mesones no se ve alterada por los gritos de la chiquillería. El guarda baja de la sierra a cobrar la recompensa.

Antes, pasea por el pueblo mostrando su trofeo. Cien duros dan para mucho en una tierra en la que hay tan poco. El mulo, tranquilo, continúa al ritmo que marca su amo, que se detiene una y otra vez a contar los pormenores de su hazaña, a ser felicitado, invitado y agasajado. Pasará por las casas de los dueños de ganado. Algo más sacará por el bicho.

En todo el periplo, el ejercito infantil que le acompaña juega a su alrededor. Los más curiosos le preguntan. Los más arrojados se atreven a tocar el cadáver del lobo. Todos bromean, gritan y cantan. Un viejo carbonero, recita torpe unos versos de una loba parda.

El joven se estremece, recuerda los aullidos que escuchó una noche al pasar andando por la Sierrezuela. Mira la carga del mulo. Las señales son claras. La herida del cepo y el golpe en la cabeza. Los ojos pardos ya no guardan ningún reflejo.
 
La niña, ya no es una niña. Es toda una mujer. Atrás quedaron las largas trenzas y los calcetines cortos. Mira de lejos al animal, temerosa, sin acercarse. No pregunta, solo mira. Al pasar por el casino tropieza con el hombre, que no la ha visto, distraído por el espectáculo. No se hablan. No lo saben todavía, el último lobo muerto en Posadas los acaba de unir.

Aquí comienza nuestra historia.

viernes, 11 de febrero de 2011

El simbolismo de los nombres: Pi i Margall


Hasta 1931, los republicanos españoles celebraban el 11 de febrero. Recordaban el aniversario de la proclamación de la República en 1873. Hoy se cumplen 138 años de aquello.

Las Cortes, reunidas en sesión conjunta y permanente, esperaban la comunicación oficial de Amadeo de Saboya, que abrumado por las graves dificultades que en su corto reinado encontró (guerra de Cuba, la tercera Guerra Carlista, la presión de los alfonsinos, las insurrecciones republicanas, las situación económica del país, la división de sus partidiarios, etc.), acabó renunciando a la corona, constituyéndose entonces los colegisladores en Asamblea Nacional.

A pesar de la mayoría monárquica, un republicano federalista propuso que la Asamblea Nacional asumiera los poderes y se declarara la República. Los acuerdos entre los monárquicos rádicales y los republicanos unitarios y federalistas, junto con el histórico y encendido discurso de Castelar, hicieron el resto. La República fue proclamada.

Poco tiempo duró. Un año y diez meses. Los mismos problemas que acosaron a Amadeo I seguían presentes en el nuevo régimen, a los que hubo que añadir todos los movimientos cantonalistas y la continua presencia del poder militar en la toma de decisiones. 



Pi i Margall fue aquel parlamentario republicano federalista que propuso que se proclamara la República.

Francesc Pi i Margall (1824-1901) fue uno de los intelectuales más representativos del pensamiento más avanzado y progresista de la segunda mitad del siglo XIX.

Político, filósofo, jurista y escritor, asumió la Presidencia del Poder Ejecutivo de la Primera República Española desde el 11 de junio y el 18 de julio de 1873. Treinta y siete días.

Durante esos pocos días, su gobierno preparó la fallida Constitución Federalista de 1873 y un programa amplio de reformas, mediante la aprobación de una serie de leyes de carácter social: el reparto de tierras desamortizadas entre arrendatarios, colonos y aparceros, el restablecimiento del ejército regular, con levas obligatorias, la separación de la Iglesia y el Estado, la abolición de la esclavitud, la enseñanza obligatoria y gratuita, la limitación del trabajo infantil, la creación de jurados mixtos de empresarios y trabajadores, el derecho a la sindicación obrera y la jornada de trabajo de 8 horas. Admirable.

Seguro que es por eso que Pi i Margall, además, es el nombre simbólico que muchos masones españoles escogieron en el momento de su iniciación como aprendices. Un alfarero, Juan Manuel Matencio Rosales, mi bisabuelo, fue uno de ellos.
 

Una característica propia de la masonería en España es la utilización que se ha hecho de los nombres simbólicos. Varios autores han estudiado este tema con profundidad, entre ellos las investigaciones recogidas en la magnífica obra La Masonería en España del Siglo XIX,  que incluye sendos artículos donde se aborda el simbolismo de los nombres, en concreto, Análisis y estudio de los nombres simbólicos utilizados por los miembros de cuatro logias madrileñas de María Teresa Roldán Rabadán e Ideología masónica a través de los nombres simbólicos de Françoise Randouyer.

La
persecución que sufrió este colectivo obligó a sus miembros a lo largo de la historia a utilizar nombres o pseudónimos para comunicarse entre sí o reconocerse sin temor a ser descubiertos y represaliados. Estas medidas represivas fueron desapareciendo en la mayoría de los países, con lo que el uso de este tipo de nombres se fue perdiendo. No así en España, donde pocos fueron los tiempos en que los masones pudieron ejercer sus trabajos en libertad.

Por lo general, los nombres simbólicos escogidos pertenecían a personajes conocidos que destacaron por su cualidades, sabiduría o por su conducta, comprometiéndose el iniciado a tomar como modelo al propietario del nombre elegido.

Desde personajes históricos, pasando por científicos, escritores, políticos, militares, etc., pero todos con una denominación común: la relación con una corriente de pensamiento basada en la tolerancia, la defensa de las libertades, el racionalismo, cientificismo y el humanismo laico que se inició con el Renacimiento (Roldán Rabadán, 1987).

En un viaje a Salamanca para visitar el Centro Documental de la Memoria Histórica encontramos en la documentación correspondiente al Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo varios expedientes relacionados con algunos de nuestros familiares.

Entre ellos estaba el juramento masónico de aquel otro Pi i Margall que realizó al ser exaltado al grado de Maestro. Aquel alferero de Posadas que, por 1917, se inició en la Logia Themis de Peñaflor, de la que obtuvo plancha de quite para formar, en 1920, un nuevo taller, la Logía Abril nº 412 de Posadas.


"... amar a la verdad, fuente de todo bien, y huir de la mentira, origen de todos los males; buscar todos los medios para ilustrar mi inteligencia y fortificar mi razón ..."

Admirable, también.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Cuentos de viajantes: De amores por Sonsoles Yowanka

Cuando la vio doblar la esquina, él echo a correr sorteando coches y transeúntes hasta estar tan cerca que pudo percibir el olor que emanaba de su ropa. Se paró en seco y la llamó por su nombre, y cuando ella se dio la vuelta él se derrumbó, y cayó a sus pies. Pidió perdón. Parecía desolado. Lloraba, sobre la acera, mientras la gente seguía su camino. Ella adoptó una expresión instalada entre la curiosidad y la sorpresa. No sé qué debo perdonar, le dijo, solo te recuerdo vagamente.

jueves, 3 de febrero de 2011

Si todo va bien


- Pase y siéntese- me dice. No me mira a la cara siquiera. Enfrascada en los informes, podría reconocer mi retina entre mil pero apenas si conoce mi mirada.

Tan aprensivo como soy, cualquier gesto que yo no controle me pone la mosca detrás de la oreja.

-Quítese las gafas, apoye la barbilla y pegue bien la frente, no cierre los ojos, no parpadee, quieto ahora. 

Comienza la prueba. Me fotografía el ojo, me hace una tomografía. El fogonazo último me deja ciego por un instante. La máquina se interpone entre los dos. Ha vuelto a mirar dentro de mí, pero no me ha visto. Sigue sin saber como es mi cara.

Se pierde en cálculos, observa bien el resultado. No me habla. Yo me desespero, y me temo lo peor. No puedo evitarlo. 

Ser tan aprensivo es lo que tiene. La angustia que me produce una simple mancha en la piel es casi insoportable. Para mí es como el síntoma de la más grave de las enfermedades. Luego me tranquilizo al comprobar que era sólo una gota del café que tomé en el desayuno. Me río de mí mismo, por no llorar.

No, no soy hipocondríaco, no. No estoy obsesionado con la salud, en absoluto. Ni me invento dolencias que no padezco, ni síntomas. Pero si tengo algo, casi siempre, me temo lo peor.

Si logro que me mire a la cara conseguiré tranquilizarme. Para controlarme un poco ante un médico no paro de preguntar de todo y por todo. Pero hoy me cuesta empezar. Después de un rato callados consigo preguntarle. ¿Hay algo malo?- le digo. No le pregunto si va todo bien, al contrario, la pregunta ya lleva la carga negativa, predisponiéndome a una respuesta desalentadora.

Me inclino, evito la dichosa máquina que se interpone entre nosotros y logro por fin que mire mis ojos y mi cara y  así pueda descubrir en ellos el miedo que tengo. Le pregunto de nuevo si hay algún problema. Mira a la pantalla, ordena los informes.


Ahora me tutea y yo ya no quiero desconfiar. Tienes una excavación en el nervio óptico... ¡Dios, lo sabía! ¡Estoy perdido! Sin embargo ella continúa - ...que es completamente típica de un ojo miope. Me ha desarmado.

Me mira a la cara. La miro a los ojos y ella adivina el miedo en los míos. He dejado de ser un conjunto de síntomas y he pasado a ser una persona con un problema y una angustia.

Habla claro y despacio para tranquilizarme. Lo logra. No te preocupes - me cuenta – la excavación es normal en los ojos miopes, el tema de la tensión ocular es debido a la anchura de tu cornea, por lo que cada vez que te la midan han de restar un factor de corrección, que en tu caso – calcula – será de menos seis. Por otra parte – continua - la campimetría es completamente normal y el resto de las pruebas también, así que puedes continuar con tu vida normal. Todo está bien.

Respiro al fin. He dejado de verla como a una médica fría y profesional y la miro ahora con otros ojos. Me comprende y entiende mi angustia.

¡No sabe usted la alegría que me da!- le digo. Y se me saltan las lágrimas. Será por ese último fogonazo que todavía tengo impreso en el cerebro. Como cuando miras al sol fijamente y después todo lo que ves mantiene su destello. Será por eso, y por el año y medio de controles que llevo y por la necesidad de que todo esté bien cuando más tiene que estarlo.



¡No se imagina usted la alegría que tengo! Le repito, mientras me limpio la lágrima. No será la última que derrame hoy, tampoco será la única alegría.

Si todo está bien, todo va bien.

jueves, 27 de enero de 2011

La página en blanco

Estoy bloqueado. No escribo. No es que no tenga nada que contar, no. Más bien al contrario. Tengo en la cabeza infinidad de historias, escritas una y otra vez, refinadas, limadas, retocadas hasta la saciedad, pero no puedo ponerlas, tecla tras tecla, en el procesador de textos.

No tengo clara la prioridad, no encuentro el tono. Las emociones. Las reflexiones. Las pasiones.


Puedo contar la historia del socialista Vicente Mudarra, la de la Playa de Berria, mi apoyo a Manolo Carmona, la primeras fotos impresas que por fin me he atrevido a colgar en casa.

 

A lo mejor debo escribir sobre esta maldita rodilla que me recuerda continuamente que no soy tan joven como me creo. Ese regreso en tren que duró demasiado tiempo. Tendría que hablar de que vamos a ser tres, más pronto que tarde. Quizás pida ayuda otra vez, alguien más que quiera escribir y compartir conmigo este espacio.


Empezaré por el olor a anís en mis manos de niño. O quizás por mi encuentro con Ava Gadner. No, no, mejor el que tuvimos con Suárez en aquella campaña del 86 o aquel saludo a Carrillo una tarde del 98. Las gachas del Turuta. El Pascualillo de Manuel Alba. Los lobos. Las lobas. 
 

Los roscos de la Saluita puede ser el motivo de una buena entrada. También el viaje que nos espera. Mejor el olor de la túnica planchada una tarde de jueves santo.


Los amigos. El perol de los Santos. Las amigas. El carnaval de nuestras vidas. La familia. Esa canción que anda rondando tres días en mis oídos. 

A lo mejor hablo de ti. No sé, ya veré. Algo tiene que ser, tengo que romper este bloqueo. 

Este año promete se intenso. Nosotros seguimos abiertos.