lunes, 28 de febrero de 2011

Felicidades Andalucía


La bandera blanca y verde
vuelve, tras siglos de guerra,
a decir paz y esperanza,
bajo el sol de nuestra tierra.

¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!

Los andaluces queremos
volver a ser lo que fuimos
hombres de luz, que a los hombres,
alma de hombres les dimos.

¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!


domingo, 27 de febrero de 2011

Los colores, el pollito y la coplilla.

Gracias a Ana Garrido. Por mirar más allá de los ojos y, con los tuyos, borrar las nubes de una mañana gris. Por el maravilloso regalo que nos hiciste y que me llenó el corazón de alegría.


Gracias Inés y Carlos por llenarme el alma, como siempre, con los colores del arcoiris.


Y gracias Luca Ripiolo por leerme por teléfono, no sin esfuerzo, esta hermoso poema, que yo hago coplilla, y que cantaré siempre en mi corazón.

Detrás de cada puerta

Detrás de cada puerta
y de cada pasillo
de cada irreflexivo
atusarte el flequillo…

detrás de los suspiros
que llenan vuestros días
y detrás del gazpacho
de angustias y alegrías.

Detrás de la inquietud,
detrás del yo y del tú,
que, ansioso, sueña ser
un yo, un tú y un él.

Detrás de las maletas
y del bolso de mano
y detrás de ese móvil
del “como yo te amo”.

detrás de la cojera
que casi disimulas,
detrás las ojeras
que el maquillaje cura.

detrás de vuestro piso
y vuestras escaleras
que esperan, infantiles,
las felices carreras.

 
Detrás del sinvivir,
llegará el veintisiete
y vuestra cuenta atrás
lo mismo que un cohete.

Detrás del diez, el nueve,
el ocho, el siete, el seis,
detrás llegará el cinco
y el cuatro y, cuando estéis
detrás de ver el tres,
el dos, el uno el cero…
las cúpulas de ajo
y un frío muy puñetero.

Detrás llegará el día
y el sueño que despierta,
temblaréis ateridos
detrás de alguna puerta,
hasta que las miradas,
detrás de lo que esperan,
encuentren como aquel
otro milagro –eslavo-
de vuestra primavera.

Detrás de ustedes mismos,
con el mismo malrato,
detrás -a vuestra vera-
ante todo sabed:
que estamos vuestra gente
de la misma manera,
contentos y alterados,
pero ante todo, siempre,
cual sombra a vuestro lado.
 
¡¡ salud y buen camino
para papá-Antonino ¡¡
¡¡ suerte para mañana,
un beso mamá-Ana ¡¡.

Gracias a todos los que, de una u otra forma, nos hacéis sentir vuestro cariño todos los días.



sábado, 26 de febrero de 2011

Andar el camino, por Ana Borrego

 En el balance anual de El Desavío, Antonino finalizaba con “bienvenido 2011, te estaba esperando" y yo, en el comentario que hice, decía que quería “dejar de soñar, para que los sueños se conviertan en pasos de gigante y así poder avanzar en el camino”.

Hoy, 26 de febrero, estamos a punto de dar el primero de esos pasos de gigante para avanzar en este largo camino que empezamos con una solicitud en mayo del 2008, por ponerle una fecha, y que en realidad comenzamos a andar mucho antes.

No sé lo que nos espera. Hoy tenemos fechas, papeles, plan de viaje, números de teléfono. Están preparadas las maletas, los bolsos, las cámaras de fotos y muchas cosas más, sobre todo, las emociones a flor de piel. Pero allí tendremos que tomar la decisión más importante de nuestras vidas, espero que sea la acertada.



El camino es duro pero más fácil de hacer entre dos y mucho más llevadero cuando veo la misma ilusión, angustia, nervios, incertidumbre y los deseos de que todo vaya bien en tanta gente que lo está andando a la misma vez que nosotros; que te da un abrazo, que te llama nervioso para decirte que no ha podido dormir en toda la noche, que sonríe a pesar de estar deseando arrancar a llorar, que ha buscado toda la información en Internet para saber donde vamos, que lo pregunta todo; o el que calla y espera que le contemos para no agobiarnos más, que queda con nosotros con la excusa de comer, de tomar una cerveza o un café, cuando lo que en realidad quiere es transmitirte todo el su apoyo; o que te manda un correo o te escribe una poesía, cada cual a su manera.

Muchas gracias a todos de corazón

miércoles, 23 de febrero de 2011

Un día para recordar

Tenía 12 años. Estaba jugando en las huertas que estaban en frente del piso en el que vivíamos en Cazorla. De repente todas las madres, casi al mismo tiempo, asomadas a las ventanas, empezaron a gritarnos. Corríamos desesperados. Algunas bajaban a la puerta a esperarnos. Esa sincronización no era normal.

Mi vecino Juan andaba de cacería en la sierra. A Carmen, su esposa, casi le da algo. ¡Es que lleva dos escopetas en el coche!, no paraba de decir. ¿que estaba pasando? Han dado un golpe, dijo mi padre.

A mi madre, que llevaba, como ahora, a mucha honra ser de izquierdas, se le cambió el ánimo. No por ella, no. Por la gente de su pueblo. Por su madre. Por su hermano. Por el miedo a perder lo que se había conseguido. Por nosotros. Mi padre estaba también preocupado. En el recuerdo, su padre, asesinado en el 36, además de su madre y de su hermana. Todos sin saber como estaban los suyos. Vivíamos lejos de nuestras familias y, por entonces, casi nadie tenía teléfono.

Murmullos, suspiros. Y llegó Juan y se calmaron los ánimos. No recuerdo cómo, pero las cuatro familias de nuestro bloque estábamos todos juntos. Los niños jugando y los mayores hablando. Juan salió a dar una vuelta por el pueblo, a ver si alguien sabía algo o tenía alguna información. Nada.

A lo largo de la noche se empezó a ver la luz al final del túnel. Iñaki Gabilondo salía por la tele para explicar lo que estaba pasando y la verdadera situación del país. La radio también estaba encendida y según que momento se alternaba la potencia del volumen entre televisión y transistor.

Al día siguiente, los  mayores fueron a trabajar. Yo no fui a clase. Mis hermanas si lo hicieron. El gobierno ha dicho que los colegios abrirán con normalidad, decía mi madre. Pero la convencí. Estuve toda la mañana pegado al televisor.

El rey había dado un discurso ya de madrugada y los tanques en Valencia habían vuelto a los cuarteles. El golpe había fracasado, pero Tejero seguía en el Congreso.

La radio y la tele encendidas al mismo tiempo. Entre dibujos animados, tertulias y avances informativos. Vi salir a los guardias por las ventanas, la salida de los diputados, la entrega de los oficiales golpistas.

Alguien trajo un periódico a casa. El País. Lo contaba todo con pelos y señales (si pulsas la imagen siguiente lo puedes ver).

Todo, por fin, había terminado, aunque comenzó a instalarse la incertidumbre entre la ciudadanía ¿y ahora qué? Un año y medio después tendríamos la respuesta. Las cosas iban a cambiar.

Por lo pronto, mi madre, al mediodía, se puso seria. Por la tarde tuve que ir a clase, no tuve más remedio.

viernes, 18 de febrero de 2011

Historias de Lobos: El comienzo

La cadenciosa parsimonia con la que viene el mulo por la calle Mesones no se ve alterada por los gritos de la chiquillería. El guarda baja de la sierra a cobrar la recompensa.

Antes, pasea por el pueblo mostrando su trofeo. Cien duros dan para mucho en una tierra en la que hay tan poco. El mulo, tranquilo, continúa al ritmo que marca su amo, que se detiene una y otra vez a contar los pormenores de su hazaña, a ser felicitado, invitado y agasajado. Pasará por las casas de los dueños de ganado. Algo más sacará por el bicho.

En todo el periplo, el ejercito infantil que le acompaña juega a su alrededor. Los más curiosos le preguntan. Los más arrojados se atreven a tocar el cadáver del lobo. Todos bromean, gritan y cantan. Un viejo carbonero, recita torpe unos versos de una loba parda.

El joven se estremece, recuerda los aullidos que escuchó una noche al pasar andando por la Sierrezuela. Mira la carga del mulo. Las señales son claras. La herida del cepo y el golpe en la cabeza. Los ojos pardos ya no guardan ningún reflejo.
 
La niña, ya no es una niña. Es toda una mujer. Atrás quedaron las largas trenzas y los calcetines cortos. Mira de lejos al animal, temerosa, sin acercarse. No pregunta, solo mira. Al pasar por el casino tropieza con el hombre, que no la ha visto, distraído por el espectáculo. No se hablan. No lo saben todavía, el último lobo muerto en Posadas los acaba de unir.

Aquí comienza nuestra historia.

viernes, 11 de febrero de 2011

El simbolismo de los nombres: Pi i Margall


Hasta 1931, los republicanos españoles celebraban el 11 de febrero. Recordaban el aniversario de la proclamación de la República en 1873. Hoy se cumplen 138 años de aquello.

Las Cortes, reunidas en sesión conjunta y permanente, esperaban la comunicación oficial de Amadeo de Saboya, que abrumado por las graves dificultades que en su corto reinado encontró (guerra de Cuba, la tercera Guerra Carlista, la presión de los alfonsinos, las insurrecciones republicanas, las situación económica del país, la división de sus partidiarios, etc.), acabó renunciando a la corona, constituyéndose entonces los colegisladores en Asamblea Nacional.

A pesar de la mayoría monárquica, un republicano federalista propuso que la Asamblea Nacional asumiera los poderes y se declarara la República. Los acuerdos entre los monárquicos rádicales y los republicanos unitarios y federalistas, junto con el histórico y encendido discurso de Castelar, hicieron el resto. La República fue proclamada.

Poco tiempo duró. Un año y diez meses. Los mismos problemas que acosaron a Amadeo I seguían presentes en el nuevo régimen, a los que hubo que añadir todos los movimientos cantonalistas y la continua presencia del poder militar en la toma de decisiones. 



Pi i Margall fue aquel parlamentario republicano federalista que propuso que se proclamara la República.

Francesc Pi i Margall (1824-1901) fue uno de los intelectuales más representativos del pensamiento más avanzado y progresista de la segunda mitad del siglo XIX.

Político, filósofo, jurista y escritor, asumió la Presidencia del Poder Ejecutivo de la Primera República Española desde el 11 de junio y el 18 de julio de 1873. Treinta y siete días.

Durante esos pocos días, su gobierno preparó la fallida Constitución Federalista de 1873 y un programa amplio de reformas, mediante la aprobación de una serie de leyes de carácter social: el reparto de tierras desamortizadas entre arrendatarios, colonos y aparceros, el restablecimiento del ejército regular, con levas obligatorias, la separación de la Iglesia y el Estado, la abolición de la esclavitud, la enseñanza obligatoria y gratuita, la limitación del trabajo infantil, la creación de jurados mixtos de empresarios y trabajadores, el derecho a la sindicación obrera y la jornada de trabajo de 8 horas. Admirable.

Seguro que es por eso que Pi i Margall, además, es el nombre simbólico que muchos masones españoles escogieron en el momento de su iniciación como aprendices. Un alfarero, Juan Manuel Matencio Rosales, mi bisabuelo, fue uno de ellos.
 

Una característica propia de la masonería en España es la utilización que se ha hecho de los nombres simbólicos. Varios autores han estudiado este tema con profundidad, entre ellos las investigaciones recogidas en la magnífica obra La Masonería en España del Siglo XIX,  que incluye sendos artículos donde se aborda el simbolismo de los nombres, en concreto, Análisis y estudio de los nombres simbólicos utilizados por los miembros de cuatro logias madrileñas de María Teresa Roldán Rabadán e Ideología masónica a través de los nombres simbólicos de Françoise Randouyer.

La
persecución que sufrió este colectivo obligó a sus miembros a lo largo de la historia a utilizar nombres o pseudónimos para comunicarse entre sí o reconocerse sin temor a ser descubiertos y represaliados. Estas medidas represivas fueron desapareciendo en la mayoría de los países, con lo que el uso de este tipo de nombres se fue perdiendo. No así en España, donde pocos fueron los tiempos en que los masones pudieron ejercer sus trabajos en libertad.

Por lo general, los nombres simbólicos escogidos pertenecían a personajes conocidos que destacaron por su cualidades, sabiduría o por su conducta, comprometiéndose el iniciado a tomar como modelo al propietario del nombre elegido.

Desde personajes históricos, pasando por científicos, escritores, políticos, militares, etc., pero todos con una denominación común: la relación con una corriente de pensamiento basada en la tolerancia, la defensa de las libertades, el racionalismo, cientificismo y el humanismo laico que se inició con el Renacimiento (Roldán Rabadán, 1987).

En un viaje a Salamanca para visitar el Centro Documental de la Memoria Histórica encontramos en la documentación correspondiente al Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo varios expedientes relacionados con algunos de nuestros familiares.

Entre ellos estaba el juramento masónico de aquel otro Pi i Margall que realizó al ser exaltado al grado de Maestro. Aquel alferero de Posadas que, por 1917, se inició en la Logia Themis de Peñaflor, de la que obtuvo plancha de quite para formar, en 1920, un nuevo taller, la Logía Abril nº 412 de Posadas.


"... amar a la verdad, fuente de todo bien, y huir de la mentira, origen de todos los males; buscar todos los medios para ilustrar mi inteligencia y fortificar mi razón ..."

Admirable, también.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Cuentos de viajantes: De amores por Sonsoles Yowanka

Cuando la vio doblar la esquina, él echo a correr sorteando coches y transeúntes hasta estar tan cerca que pudo percibir el olor que emanaba de su ropa. Se paró en seco y la llamó por su nombre, y cuando ella se dio la vuelta él se derrumbó, y cayó a sus pies. Pidió perdón. Parecía desolado. Lloraba, sobre la acera, mientras la gente seguía su camino. Ella adoptó una expresión instalada entre la curiosidad y la sorpresa. No sé qué debo perdonar, le dijo, solo te recuerdo vagamente.

jueves, 3 de febrero de 2011

Si todo va bien


- Pase y siéntese- me dice. No me mira a la cara siquiera. Enfrascada en los informes, podría reconocer mi retina entre mil pero apenas si conoce mi mirada.

Tan aprensivo como soy, cualquier gesto que yo no controle me pone la mosca detrás de la oreja.

-Quítese las gafas, apoye la barbilla y pegue bien la frente, no cierre los ojos, no parpadee, quieto ahora. 

Comienza la prueba. Me fotografía el ojo, me hace una tomografía. El fogonazo último me deja ciego por un instante. La máquina se interpone entre los dos. Ha vuelto a mirar dentro de mí, pero no me ha visto. Sigue sin saber como es mi cara.

Se pierde en cálculos, observa bien el resultado. No me habla. Yo me desespero, y me temo lo peor. No puedo evitarlo. 

Ser tan aprensivo es lo que tiene. La angustia que me produce una simple mancha en la piel es casi insoportable. Para mí es como el síntoma de la más grave de las enfermedades. Luego me tranquilizo al comprobar que era sólo una gota del café que tomé en el desayuno. Me río de mí mismo, por no llorar.

No, no soy hipocondríaco, no. No estoy obsesionado con la salud, en absoluto. Ni me invento dolencias que no padezco, ni síntomas. Pero si tengo algo, casi siempre, me temo lo peor.

Si logro que me mire a la cara conseguiré tranquilizarme. Para controlarme un poco ante un médico no paro de preguntar de todo y por todo. Pero hoy me cuesta empezar. Después de un rato callados consigo preguntarle. ¿Hay algo malo?- le digo. No le pregunto si va todo bien, al contrario, la pregunta ya lleva la carga negativa, predisponiéndome a una respuesta desalentadora.

Me inclino, evito la dichosa máquina que se interpone entre nosotros y logro por fin que mire mis ojos y mi cara y  así pueda descubrir en ellos el miedo que tengo. Le pregunto de nuevo si hay algún problema. Mira a la pantalla, ordena los informes.


Ahora me tutea y yo ya no quiero desconfiar. Tienes una excavación en el nervio óptico... ¡Dios, lo sabía! ¡Estoy perdido! Sin embargo ella continúa - ...que es completamente típica de un ojo miope. Me ha desarmado.

Me mira a la cara. La miro a los ojos y ella adivina el miedo en los míos. He dejado de ser un conjunto de síntomas y he pasado a ser una persona con un problema y una angustia.

Habla claro y despacio para tranquilizarme. Lo logra. No te preocupes - me cuenta – la excavación es normal en los ojos miopes, el tema de la tensión ocular es debido a la anchura de tu cornea, por lo que cada vez que te la midan han de restar un factor de corrección, que en tu caso – calcula – será de menos seis. Por otra parte – continua - la campimetría es completamente normal y el resto de las pruebas también, así que puedes continuar con tu vida normal. Todo está bien.

Respiro al fin. He dejado de verla como a una médica fría y profesional y la miro ahora con otros ojos. Me comprende y entiende mi angustia.

¡No sabe usted la alegría que me da!- le digo. Y se me saltan las lágrimas. Será por ese último fogonazo que todavía tengo impreso en el cerebro. Como cuando miras al sol fijamente y después todo lo que ves mantiene su destello. Será por eso, y por el año y medio de controles que llevo y por la necesidad de que todo esté bien cuando más tiene que estarlo.



¡No se imagina usted la alegría que tengo! Le repito, mientras me limpio la lágrima. No será la última que derrame hoy, tampoco será la única alegría.

Si todo está bien, todo va bien.