viernes, 18 de febrero de 2011

Historias de Lobos: El comienzo

La cadenciosa parsimonia con la que viene el mulo por la calle Mesones no se ve alterada por los gritos de la chiquillería. El guarda baja de la sierra a cobrar la recompensa.

Antes, pasea por el pueblo mostrando su trofeo. Cien duros dan para mucho en una tierra en la que hay tan poco. El mulo, tranquilo, continúa al ritmo que marca su amo, que se detiene una y otra vez a contar los pormenores de su hazaña, a ser felicitado, invitado y agasajado. Pasará por las casas de los dueños de ganado. Algo más sacará por el bicho.

En todo el periplo, el ejercito infantil que le acompaña juega a su alrededor. Los más curiosos le preguntan. Los más arrojados se atreven a tocar el cadáver del lobo. Todos bromean, gritan y cantan. Un viejo carbonero, recita torpe unos versos de una loba parda.

El joven se estremece, recuerda los aullidos que escuchó una noche al pasar andando por la Sierrezuela. Mira la carga del mulo. Las señales son claras. La herida del cepo y el golpe en la cabeza. Los ojos pardos ya no guardan ningún reflejo.
 
La niña, ya no es una niña. Es toda una mujer. Atrás quedaron las largas trenzas y los calcetines cortos. Mira de lejos al animal, temerosa, sin acercarse. No pregunta, solo mira. Al pasar por el casino tropieza con el hombre, que no la ha visto, distraído por el espectáculo. No se hablan. No lo saben todavía, el último lobo muerto en Posadas los acaba de unir.

Aquí comienza nuestra historia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué bien empezamos el lunes!
Sonsoles