sábado, 20 de septiembre de 2014

Manolo Matencio


Acabo de leer el último libro de Almudena Grandes "Las tres bodas de Manolita", una emotiva historia coral sobre los años de pobreza y desolación en la inmediata posguerra, y el tremendo sufrimiento de las familias que perdieron mucho más que una guerra.


Y a lo largo de su lectura, que justo hoy, 20 de Septiembre, he terminado, está presente la vida Manolo Matencio, mi abuelo. Luchador infatigable por las libertades, Masón, alfarero, republicano, padre, esposo, Guardia de Asalto, represaliado, preso político, comunista, trabajador, amigo, camarada, compañero.

Gozamos de una democracia, hoy, por la que muchas personas lucharon, pero que, como en el caso de Manolo, otros no llegaron a disfrutar.

Ya hace 40 años de su muerte, justo hoy. Todavía lo recordamos y lo hacemos en libertad. Ese es su triunfo. El nuestro.

Playa de Berria en Santoña. Al fondo el Penal de El Dueso (1949-1957)


martes, 11 de febrero de 2014

Y volver

Los dos están parados, mirando hacia arriba, en la misma dirección. Una mujer, muy arreglada ella, mira alternativamente, descreída, al padre y al hijo y al objeto de admiración.

- Papá, ¿y ahí que pone?
- Venga, ¿tú qué crees que pone?

Eeeeesssseeee, A, Enle

- ¿Cómo?, pregunta el padre, señalándose la nariz y diciendo la letra “ene”, que el hijo repite, ahora si, con buena pronunciación -¡Eso es!- le anima -¡muy bien! ¿qué más?

J-eeee, U, A, Ene, ¡Ole los tíos listos!

- No sé dice “tíos”, replica el niño.
- ¿y eso por qué?
- Porque eso lo dicen los niños mayores.
- ¡Ah!, vale. ¿Y ahora que viene?

Deeee, E, Ele, A, Pe, A, ele, eme, A.

La mujer, al cruzarse con ellos, no puede evitar sonreír admirada. 

-¡Ay! ¡Qué te como a besos! ¡Si es que eres más listo! 
- No soy listo, dice. 
- ¡Ah! ¿no? ¿y eso quién lo dice?
- En el cole, papá. Los niños dicen que soy tonto porque yo no sé hablar,

Y ahora ¿qué?, se pregunta el padre. Bueno, hijo mío, ya aprenderás, le dice, que en eso estamos. Piensa un momento y continúa.
- Y cuándo te dicen eso ¿tú qué haces? ¿les dices algo?
- Yo les pego, dice, amagando golpear con la mano.
- ¿Y tú crees que eso está bien? 

El niño no contesta. Sólo mueve de un lado a otro la cabeza, negando. Al padre le aparece de repente un recuerdo.

- ¿por eso os castigó la seño el otro día? 
- Si, por eso- responde el niño, dirigiendo la mirada al suelo.
- Bueno, hijo mío. Tú recuerda que tan importante es hablar como tener algo que decir. ¡Mírame!- le dice, para llamar su atención- Tú tienes muchas cosas que contar. La próxima vez, en lugar de pegar, les explicas a los niños lo que te pasa. Porque tú sabes lo que te pasa ¿no?
- Qué tengo una boca especial- contesta, y se toca con el dedo, señalando el paladar.
- ¡Pues eso! Y si los niños continúan se lo dices a la seño o a los otros profes. Pero nada de pegar ¿vale? Y si no, a papá o a mamá ¿vale? para que te podamos ayudar. ¿de acuerdo?
- De acuerdo, papá.
- Pues venga vamos, y ahí ¿qué pone?, el niño, pensativo, con contesta.
- Pero ¿qué pasa? ¿estás enfadado?
- No, papá.
- ¿Estás preocupado?
- Ya no -dice- antes si, pero ahora no.
- Ah, vale!- le sorprende la respuesta- Entonces ¿qué te pasa?
- Ven, agáchate que te voy a contar un secreto, dice.

Y mientras se agacha recibe el abrazo del hijo que empieza a musitarle las palabras al oído.

- ¡Ay, qué te como! Yo si que te quiero. Te quiero de aquí a la Luna
- Pues yo si que te quiero, hasta la Luna y volver.
- Pues yo si que te quiero ... 

Y así siguen, hasta que las risas rompen el juego y descubren el nombre de otra calle .... y el de otra ... y volver...