viernes, 5 de noviembre de 2010

Quién es el último?: Ahora los rumanos!

Cuando yo era chico, en algunos sitios, los gitanos no podían entrar en muchos bares. En realidad no les dejaban entrar en muchos sitios. Recuerdo una ocasión en que una niña gitana, acompañada de su hermano pequeño, entró el bar en el que estábamos. Yo tendría unos siete años, ella podría tener diez.

Mientras ella se dirigía a las mesas pidiendo limosna el camarero se acercó, la tomó por el brazo y le recordó que tenía prohibida la entrada allí. No recuerdo a nadie que se opusiera a aquellos. Todos callaron, callamos, aceptando la situación.

Esa niña era la misma que en mi primer día de escuela lloraba desesperada en el patio del colegio porque, además de ser también su primer día en la escuela, la separaban de su hermano pequeño, mientras los maestros le gritaban y los niños la insultaban. Una maestra se encargó de aleccionarnos en voz alta de lo que ella era y lo que representaba. Después de aquello no volvió al colegio. Todos callamos y, con nuestro silencio, consentimos la situación.

Tiempo después, en aquel mismo bar entró la misma niña. El camarero se disponía a echarla cuando alguien se interpuso y le preguntó a la chiquilla que si quería un bocadillo. A la niña se le abrieron los ojos. El camarero ya no tuvo tiempo de negarse. El hombre pidió un bocadillo y un vaso de leche.

Más de un tercio de siglo después, en Francia vuelve a pasar lo mismo, en Badalona también. Y en todos aquellos sitios en que se juzga al todo por la parte y donde, para sacar cuatro votos, se alimentan los prejuicios y se fomenta el conflicto.

Mientras, cientos de voluntarios, organizaciones no gubernamentales, administraciones, desarrollan un esfuerzo para vencer la injusticia, minimizar el conflicto, mediar e integrar, los gobernantes en apuros y los políticos ansiosos ponen en el punto de mira a todo un colectivo, que si algo tiene de verdad es que es diferente en su tradición y forma de vivir.

Cada vez que oigo el típico comentario de que últimamente se roba cable eléctrico, hierro, cobre, un transformador, etc., seguido del típico comentario de “yo no soy racista pero…” respondo con una pregunta ¿quién compra cable eléctrico, hierro, cobre, un transformador, etc.,?. Entonces la conversación cambia, y te das cuenta que convertimos a un colectivo en chivo expiatorio de todos los males de nuestra sociedad.

Si vas a Castellón podrás ver un ejemplo de integración. La llaman la Pequeña Rumanía. Según las autoridades, cerca de 60000 rumanos en la provincia, 40000 en la capital, todos con papeles. De distinta religión, con distinto idioma, incluso de diferente raza. Seguro que hay conflictos, seguro, también, que se pueden resolver. La escolarización de los niños, la salud, la convivencia en los espacios comunes, el chabolismo, la infravivienda, la seguridad ciudadana, etc. Algunos con más o menos incidencia, pero no todos achacables a los mismos.

La Comisaria Europea Viviane Reding denunció las repatriaciones de rumanos gitanos por parte de la República Francesa comparándolas con las deportaciones nazis. Los estados miembros de la Unión la han obligado a pedir perdón y han aceptado las explicaciones de Francia.

Hace unos años la misma campaña que hay hoy contra los rumanos la hubo en otras zonas de Europa con los polacos. Y antes con los turcos. Ahora en algunas cadenas de televisión he visto especiales algo tendenciosos sobre la comunidad china en España.

La inmigración es un fenómeno complejo, que implica no sólo al que emigra, si no, también, al que recibe al inmigrante. Si los inmigrantes tienen obligaciones, también tienen derechos. Y los que los recibimos, si tenemos derechos, también tenemos obligaciones. Esta situación solo puede superarse garantizando y respetando los derechos humanos que se consagran en los convenios internacionales y las leyes que todos reconocemos.

Aunque estos son malos tiempos, sin duda serán peores si consentimos que desaparezcan los principios básicos sobre los que se quiso sostener la sociedad europea.

1 comentario:

pepa dijo...

Un articulo excelente ojala todos tomemos conciencia y sobre todo enseñemos a nuestros hijos a tenerla porque si no educamos en la tolerancia nos espera un futuro muy oscuro. Dicen que los ciclos en la historia se repiten y no queriendo ser alarmista, vamos camino de ello...