martes, 1 de marzo de 2011

29 de febrero, bisiesto

Llegó la noche anterior de Carmona y ahora, medio lloviendo y venteando, se encuentra frente  al Grupo Escolar de la Corza. Su primer destino defintivo. Firmar y poco más. Tiene prisa. Es sábado, por fin, el último día de clase de la semana.

- ¡Don Antonio! Firme usted aquí.
- ¡No, Don Antonio no. Antonino!
- Pero ¿no es lo mismo?
- No, no es lo mismo. 
- Perdone entonces, yo creía que era lo mismo.
- No se preocupe. No es la primera vez ni la última. Ya no le doy tanta importancia, excepto en asuntos oficiales como este en los que tengo que evitar todos los errores posibles.

No tiene tiempo de explicar detenidamente la diferencia. Ni siquiera lo tiene para conocer el centro. Pide permiso para poder ausentarse. Debe salir corriendo para llegar a Plaza de Armas y tomar el tren para Posadas.



La llamada telefónica le ha intranquilizado. Josefa no se encuentra bien. Todavía es pronto, faltan dos meses para el parto, pero, en los últimos días, el embarazo se está complicando. El domingo pasado ya no pudo ir al baile de carnaval. ¡Con lo que a ella le gusta!

El tiempo en el tren se le ha hecho eterno. Ni el repetitivo traqueteo, ni la lectura, ni el dibujo lo ha podido tranquilizar. Por fin llega al pueblo y corre angustiado hacia casa. Josefa está de parto. Apenas un minuto para besarla. Lo sacan del dormitorio. El niño quiere salir, pero la cosa se complica. Las mujeres corren cargadas de paños blancos y agua caliente. El niño viene de pie.

Pero no es un niño, sino dos. Bueno, un niño y una niña. ¡Qué sorpresa!

Mellizos, sietemesinos, de pie y en bisiesto. 29 de febrero. El mismo día de la toma de posesión. Están débiles, les ha costado llegar a la vida. El amor los hará fuertes. 

Pasa por fin al dormitorio. Josefa, agotada, sonríe con timidez. Blanca y hermosa, con los nenes colocados a cada uno de los lados.

La besa. Primero en la frente. Luego en la mejila. El cuello y los labios. Ahora besa a los niños. Los coge con miedo, como si se les fueran a romper entre las manos. Y disfrutan los dos, plenos de felicidad.


Justo setenta y cinco años después, el nieto tiene una conversación parecida.

- ¡Antonio! Firma aquí.
- ¡No, Antonio no. Antonino!
- Pero ¿no es lo mismo?
- No, no es lo mismo.
- Vaya, yo creía que era lo mismo.
- Nada, no te preocupes, siempre me pasa lo mismo. No es la primera vez ni la última, pero tengo que tener cuidado con las cosas oficales.

No es bisiesto, pero justo entre el 28 de febrero y el 1 de marzo, vuela hacia un destino desado y todavía incierto.

Casualidades de la vida. Tiene miedo, ilusión y nervios. Todo a la vez y todo revuelto. Ni el repetitivo ruido del motor, ni la lectura, ni la fotografía lo han podido tranquilizar. Sólo la mano de ella lo sosiega. Lo besa. Primero en el cuello. Luego en los labios. Nerviosos, pero felices.



¡Qué causalidad! Feliz cumpleaños, tita Elvira. Feliz cumpleaños, papá.

2 comentarios:

Scaramouche dijo...

Masterpiece!!!

Énriock dijo...

Si, es muy bueno... enhorabuena, Nino.