martes, 11 de febrero de 2014

Y volver

Los dos están parados, mirando hacia arriba, en la misma dirección. Una mujer, muy arreglada ella, mira alternativamente, descreída, al padre y al hijo y al objeto de admiración.

- Papá, ¿y ahí que pone?
- Venga, ¿tú qué crees que pone?

Eeeeesssseeee, A, Enle

- ¿Cómo?, pregunta el padre, señalándose la nariz y diciendo la letra “ene”, que el hijo repite, ahora si, con buena pronunciación -¡Eso es!- le anima -¡muy bien! ¿qué más?

J-eeee, U, A, Ene, ¡Ole los tíos listos!

- No sé dice “tíos”, replica el niño.
- ¿y eso por qué?
- Porque eso lo dicen los niños mayores.
- ¡Ah!, vale. ¿Y ahora que viene?

Deeee, E, Ele, A, Pe, A, ele, eme, A.

La mujer, al cruzarse con ellos, no puede evitar sonreír admirada. 

-¡Ay! ¡Qué te como a besos! ¡Si es que eres más listo! 
- No soy listo, dice. 
- ¡Ah! ¿no? ¿y eso quién lo dice?
- En el cole, papá. Los niños dicen que soy tonto porque yo no sé hablar,

Y ahora ¿qué?, se pregunta el padre. Bueno, hijo mío, ya aprenderás, le dice, que en eso estamos. Piensa un momento y continúa.
- Y cuándo te dicen eso ¿tú qué haces? ¿les dices algo?
- Yo les pego, dice, amagando golpear con la mano.
- ¿Y tú crees que eso está bien? 

El niño no contesta. Sólo mueve de un lado a otro la cabeza, negando. Al padre le aparece de repente un recuerdo.

- ¿por eso os castigó la seño el otro día? 
- Si, por eso- responde el niño, dirigiendo la mirada al suelo.
- Bueno, hijo mío. Tú recuerda que tan importante es hablar como tener algo que decir. ¡Mírame!- le dice, para llamar su atención- Tú tienes muchas cosas que contar. La próxima vez, en lugar de pegar, les explicas a los niños lo que te pasa. Porque tú sabes lo que te pasa ¿no?
- Qué tengo una boca especial- contesta, y se toca con el dedo, señalando el paladar.
- ¡Pues eso! Y si los niños continúan se lo dices a la seño o a los otros profes. Pero nada de pegar ¿vale? Y si no, a papá o a mamá ¿vale? para que te podamos ayudar. ¿de acuerdo?
- De acuerdo, papá.
- Pues venga vamos, y ahí ¿qué pone?, el niño, pensativo, con contesta.
- Pero ¿qué pasa? ¿estás enfadado?
- No, papá.
- ¿Estás preocupado?
- Ya no -dice- antes si, pero ahora no.
- Ah, vale!- le sorprende la respuesta- Entonces ¿qué te pasa?
- Ven, agáchate que te voy a contar un secreto, dice.

Y mientras se agacha recibe el abrazo del hijo que empieza a musitarle las palabras al oído.

- ¡Ay, qué te como! Yo si que te quiero. Te quiero de aquí a la Luna
- Pues yo si que te quiero, hasta la Luna y volver.
- Pues yo si que te quiero ... 

Y así siguen, hasta que las risas rompen el juego y descubren el nombre de otra calle .... y el de otra ... y volver... 

1 comentario:

Sonsoles dijo...

Y luego la gente lee 'La sombra del viento', ¡vamos hombre!, pudiendo leer tu blog que es mucho mejor! jajaja. Los niños siempre nos emocionan. Un abrazo. Sons