jueves, 16 de febrero de 2012

Los sirgadores del Volga

Los sirgadores o bateleros eran los hombres que remolcaban los barcos desde las orillas por medio de cuerdas, especialmente en la navegación fluvial. Sirga es tanto la maroma o soga que sirve para tirar de las embarcaciones como el camino por el que discurren los hombres que tiran de la pesada embarcación.

Los sirgadores del Volga (1870-1873) de Ilia Efimovich Repin, Museo Estatal Ruso, San Petersburgo
Illia Efimovich realizó este cuadro inspirándose en la canción del folclor ruso cantada tradicionalmente por los sirgadores durante sus tremendas jornadas de trabajo.


Una curiosidad es escuchar la adaptación que Manuel de Falla hiciera de esta canción en 1922 y cuyos derechos se destinaron a sufragar ayudas a los millares de desplazados rusos como consecuencia de la primera guerra mundial.


La película “El barquero del Volga” que Cecil B. DeMille realizó en 1926 cuenta la historia de uno de aquellos sirgadores, inmerso en pleno desarrollo de la revolución bolchevique y la guerra civil rusa, y nos da una idea de cómo estos bateleros realizaban su trabajo y las condiciones que soportaban.


Amarrados a una cuerda, en las condiciones más humillantes, transmitían con su cuerpo la tensión necesaria para poder desplazar las toneladas que los barcos transportaban a través del río. Siempre la misma senda, la misma sirga. Sin más futuro que volver una y otra vez al punto de inicio para reenganchar de nuevo su cuerpo y su alma a una nueva carga, que no podrán siquiera disfrutar, aunque hubieran soñado mil y una vez probarla, quizás apenas tocarla. 

Volvemos a nuestra sirga. Hemos casi alcanzado con nuestras manos el bienestar prometido, soñado, pero el patrón nos recuerda que debemos regresar a por la nueva carga. Agarrados a la maroma llevamos la pesada barcaza en la que unos pocos disfrutan a costa de nuestro esfuerzo.



Nos vemos así, retrocediendo, por no valorar el sacrificio y la lucha que otros hicieron. Creíamos que una vez alcanzados los derechos solo nos quedaba disfrutarlos. Olvidamos, así, que había que pelear día a día para mantenerlos.

Mientras, nos han ido desarmando. Hemos perdido representatividad, hemos perdido la confianza, hemos perdido nuestros derechos. Nos han robado la soberanía, y con ello hemos expuesto nuestro cuello para que se enganchen en él las cuerdas con las que llevar al bienestar a unos pocos a costa del de todos nosotros. 

Hoy ha sido la reforma laboral, que nos sitúa a los trabajadores en una grave situación de indefensión ante la patronal. La subida de impuestos a los trabajdores, mientras que los que más tienen siguen viviendo en el paraiso de las SICAV´s.

Mañana será el derecho de huelga. La sanidad, con el repago, lo siguiente. La educación buena para los que tengan para pagársela, para los demás (la mayoría), las cuatro letras. El medio ambiente se convertirá en moneda de cambio, en lugar de garante de bienestar. 


Los bancos reciben dinero del Estado, nuestro dinero, para que fluya el crédito y las familias y las empresas puedan financiar sus actividades, pero estos lo utilizan para comprar deuda soberana. Recibir dinero casi sin intereses para especular en el mercado de la deuda y obtener pingües beneficios y sanear sus excesos. Pagamos dos veces por la  insaciable codicia de estos mercados sin reglas que llevan  al desastre a la clase trabajadora.

Son los tiempos del cambio. No hay ideologías. Nos mintieron. Todos mansos, porque solo se puede gestionar las cosas comunes de una única forma. No hay alternativa, nos cuentan. Nos engañan. Hay otras formas de hacer las cosas. Pero al dejar de pelear por nuestros derechos, los verdaderos poderosos están aumentando sus privilegios a costa de las conquistas sociales alcanzadas.

Miro el cuadro de Repin y oigo la voz de bajo en la canción rusa y no dejo de pensar que nosotros mismos hemos ayudado a fabricar la soga que llevamos en el cuello. Cuanto tiempo tardaremos en arrancarlas de nuevo, en subir al barco y pelear por lo que, como seres humanos, es nuestro. 


Mientras tanto, tirad. 

Hey, tirad! 
Hey, tirad!

Una vez más, y una vez más! 
Arrastramos las barcazas, 
Tiramos con fuerza, 

Ay! si, si, Ay! si , Ay! si , si, Ay! si 
Tiramos con fuerza. 

Hey, tirad! 
Hey, tirad!

2 comentarios:

PEPA dijo...

Chico que razón tienes. Pero no se que más tenemos que perder para que salgamos de una vez de esta pasividad de esta apatia.
te felicito cada dia escribes mejor y emocionas más, un beso fuerte

Arsierra dijo...

Comparto, comparto :-)